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domingo, 29 de octubre de 2017

La Adoración Nocturna

Esta práctica con gran deboción en el pasado reciente de Peñaflor es en realidad una asociación de fieles que, como su nombre indica, dedican un tiempo de vigilia nocturna a la adoración de la figura de Dios sacramentado como símbolo de espiritualidad, agradecimiento, devoción y sacrificio.
Fue fundada en España, en el año 1877, y llega a nuestra nación gracias a D. Luis de Trelles y Noguerol que, habiendo conocido la Adoración Nocturna en Francia, se propone traer esta devoción a Jesús Sacramentado a España.
Se celebrará la primera Vigilia, en Madrid, en la noche del 3 de noviembre de 1877, en la Iglesia de los Padre Capuchinos del Prado.
Actualmente la Iglesia de San Hermenegildo es la sede de la Adoración Nocturna Española de la Archidiócesis de Sevilla.

En Peñaflor se recuerda como varios grupos de personas se turnaban durante días señalados de vigilia para cumplir con oración ininterrumpido. Existía por entonces una Hermandad propia con el nombre del Santo Sacramento, hoy en día integrada dentro de la Hermandad de Nuestra Sra. de Villadiego, como ocurre con muchas otras integradas ya dentro de la Hemandad de Jesús Nazareno como el Santo Entierro, La Soledad, La Virgen de los Dolores y los Santos Mártires.
En 1968, al comienzo de la Adoración Nocturna en la Ermita de Villadiego están, de pie: Eduardo Meléndez, uno de los guardias de Peñaflor, Manuel Meléndez, Carmelo González, Joaquín Fernández, Pepe Pérez, D. José "El Cura", Juanito Palomo, Manolo Fernández, Jesús Mendoza "El Droguero", Antonio Ruibérriz, Antonio Fernández "Lorilla" y el otro guardia era el Comandante de puesto de Peñaflor, Pedro Sánchez Moro.
Agachados: Juan Pedro, Felipe Bayas "El Ditero", Eduardo Sánchez, Pepito Carrera, Pepito López, el maestro D. Miguel Tallón y Cristóbal Bajo


En torno a esa misión religiosa se daban reuniones que muchos recuerdan, donde se hablaba, debatía... Mi padre la recuerda en su etapa de monaguillo por los años 60s, cuando mucha gente se reunía en la iglesia y sobre todo en la sacristía alrededor de una copa de picón y unas mesas que traían, en las horas antes de comenzar, Rafael Fernández y los propios monaguillos de la parroquia .

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